2021(e)ko ekainaren 14(a), astelehena

Ciencia, tecnología y sociedad_Tarea 5. Cornupianismo, tecnofideismo y solucionismo

 Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Cornucopia  

“Cada generación ha anunciado catástrofes, y ninguna ha ocurrido. Al revés, el mundo es más vivible ahora y continuará mejorando en el futuro como hasta ahora.” 


Cada generación ha anunciado catástrofes y unas cuantas sí han ocurrido, la última la tenemos encima, otras han ocurrido y se han olvidado, (por ejemplo, y hablando de pandemias, que casi la totalidad de la población Amerindia sucumbiera a las enfermedades que llevaron los conquistadores europeos se acerca mucho a una catástrofe, o que hayan desaparecido buena parte de las selvas del mundo, o que la contaminación en ríos y mares llegue a generar islas de desechos de cientos de km cuadrados, o que en el mundo haya millones de desplazados por el cambio climático, o que en el oeste de USA ardan miles y miles de hectáreas de bosques y desaparezcan por el fuego poblaciones enteras, o que…) pero claro, la trampa de la expresión es ¿Qué entendemos por catástrofe? por suerte, la madre de todas las catástrofes, la que nos haga desaparecer como especie, esa aún no ha llegado...  aunque tal vez esté en camino.  


Lo que ocurre es que, de momento, las catástrofes son geográficamente regionales, no nos afecta directamente, a quienes vivimos en zonas privilegiadas, que el cuerno de África se muera de hambre, que cada día desparezcan decenas de especies o que miles de personas arriesguen, y pierdan, su vida para llegar sanos y salvos a una pequeña parte del mundo que se ha convertido en la tierra prometida, porque sin duda “algunas partes del mundo son más vivibles ahora… y otras menos”.


¿Y la geoingeniería nos puede ayudar? Más concretamente, ¿nos puede ayudar con el cambio climático y evitar sus fatales consecuencias? 


Pues la verdad es que cuando las propuestas son de tal magnitud como el uso de aerosoles estratosféricos con compuestos sulfúricos o la fertilización oceánica con hierro, por poner sólo dos ejemplos, dan un poco de miedo…global. Lo que necesitamos pedirle a la geoingeniería depende de lo que como especie le pidamos al futuro. Si queremos seguir como hasta ahora, la geoingeniería nos servirá de poco, tal vez el único interlocutor que nos quede sea la “ingeniería espacial”, una conversación a la que algunos se han sumado dando la extraña sensación de que ya quieren abandonar el barco. Ahora bien, si vemos nuestro futuro como especie de forma más apacible, sentados tranquilamente a la orilla del mar, leyendo un buen libro, p.ej. La locura del Solucionismo tecnológico, de Evgeny Morozov, sólo necesitaríamos un buen jardinero que nos plante una palmera para darnos sombra.


Los que lo tienen más claro en sus argumentos son los del cuerno de la abundancia, los cornucopianos. 


Para esta buena gente no hay que seguir como hasta ahora, todo lo contrario, tenemos que pisar el acelerador e ir incluso más deprisa. ¡No hay problema! la ciencia y el mercado nos darán la solución antes de estamparnos contra el muro de la extinción. Sólo ésto nos salvará (bueno a una parte, la otra no cuenta), la riqueza y no la pobreza, el mercado y no el intervencionismo de los estados, la gran ciencia en manos privadas y no los experimentos caseros de las administraciones públicas. Casi podríamos decir que para salvar la naturaleza (bueno, en este caso también una parte) lo mejor es destruir la naturaleza (el resto). 


Dicen las malas lenguas que los amigos del cuerno Julian Simon, el “liquidador del pesimismo”, Fred Singer el de “todos los científicos están equivocados menos yo” o Bjorn Lomborg, el de “sois unos exagerados, esto no es para tanto”, promotores recalcitrantes de estas teorías, son unos neoliberales, antropocentristas y tecnocentristas. Qué va hombre, son unos optimistas (¡¡unos makinas” es lo que son¡¡ como dirían mis hijos) unos expansivos boomers. El aburrido pesimista era Thomas Malthus aquel que decía que “somos mucha gente y esto no da para todos”, él y sus seguidores sí que son unos condenados doomers.


Lo cierto es que están tan convencidos de lo que dicen, tienen una fe tan ciega en sus argumentos y en que los avances científicos y tecnológicos solo serán posibles en un sistema de libre mercado que Oreskes y Conway llaman a su posición tecnofideísmo. Claro, se acuerdan del libre mercado después de que gracias en buena medida al dinero público de las economías más potentes, los Estados, han viajado al espacio, han pisado la luna, han impulsado la máquina-herramienta, han creado ARPANET, Internet, el GPS, han impulsado Silicon Valley o como ejemplo más actual han financiado con miles de millones a las compañías farmacéuticas para facilitar el desarrollo de las vacunas contra el COVID. Ante los grandes problemas han sido los estados, y no el libre mercado, los que han actuado, y sin duda deberían actuar en muchos problemas más. 


En este punto de la discusión Marina Garcés, nos describe una solución: valga la redundancia, “el solucionismo” y su utopía de “transportar a la humanidad a un mundo sin problemas”. 


Y este viaje hasta el mundo sin problemas dicen que lo haremos a través de la tecnología inteligente, en ella creemos y confiamos, los humanos ya no necesitaremos saber ni pensar, las cuestiones difíciles, los retos de nuestra sociedad (hambre, crimen, corrupción, calentamiento global…) las resolverán las inteligencias artificiales. 


¿Seremos unos crédulos como plantea Garcés? 


Pues si a estas alturas ya hemos acabado de leer el libro de Morozov que empezamos a leer unos párrafos más arriba, seguramente nos habrá convencido de que creer en esto nos convierte en unos crédulos peligrosos. Ni la revolución digital, ni las empresas de Silicon Valley tienen a capacidad de crear un milagro técnico que resuelva todos nuestros problemas, si esto llegara a ocurrir, dejaríamos de ser humanos. El mundo tiene fallos, nuestra especie tiene fallos, la vida tiene fallos (de hecho, tiene tantos que nos acabamos muriendo) y además nuestras acciones tienen consecuencias. Resolver los fallos o asumir las consecuencias está en manos de todas y cada una de las personas que conformamos nuestra sociedad. 


Para terminar Emma Harris nos ayuda a cerrar esta reflexión advirtiéndonos de los riesgos de la exageración catastrofista sobre el cambio climático o sobre el fin del mundo, en su artículo ‘Inevitable Planetary Doom Has Been Exaggerated‘ ya nos avisa que esta actitud podría desembocar en la inacción de cada ser humano, algo así como pensar “si nada tiene remedio para qué hacer nada”


Poco más, ánimo...



2021(e)ko ekainaren 13(a), igandea

 Ciencia, tecnología y sociedad_Tarea 4. 

Distinción de Winner - Tecnologías flexibles o rígidas


Según la distinción de Winner entre tecnologías (inherentemente políticas) flexibles o rígidas, detecta alguna tecnología en tu entorno, como por ejemplo el coche o Youtube, ¿cómo condiciona esa tecnología nuestra sociedad? ¿Hacia qué futuro político nos lleva? ¿Podríamos no haber adoptado esa tecnología? Como sociedad, ¿es posible desconectarnos de ella?


Tras darle un par de vueltas, o tres, he decidido tomar como ejemplo de reflexión el el coche como tecnología de uso personal, porque creo que entra dentro de lo que Winner describe como una tecnología flexible, pues permite definir patrones diferentes de poder y autoridad en un cierto entorno. Sin duda sus consecuencias para la sociedad dependen de los actores sociales que han podido influir sobre esta tecnología tomando decisiones sobre la misma en cuanto a diseño, planes de desarrollo etc. De hecho, como consecuencia de esas decisiones, y nuestra aceptación tácita o expresa, en las últimas décadas el coche ha influido de forma integral en la forma de vivir en sociedad.
 
Como artefacto tecnológico nos ha impactado de tal manera que hemos desarrollado las ciudades alrededor de su uso, hemos utilizado millones de metros cuadrados de espacio público, millones de metros cuadrados de naturaleza en definitiva, para promover su utilización, lo hemos incorporado de tal manera en nuestras vidas que en este momento es probablemente la primera gran inversión económica en un bien material que adquirimos como personas, incluso cuando aún no somos económicamente independientes, incluso cuando para conseguirlo tenemos que endeudarnos. 

¿Y que tiene esto de político? Pues bastante, tiene mucho de política macro, meso y micro. Sólo hay que pensar en su historia, en su nacimiento como sustituto de otros medios de transporte y en su posterior recorrido hasta convertirse en icono social, en una referencia de nuestro estatus y nuestra personalidad, en un escaparate ante el resto de cohabitantes de este planeta. Pero es que, además, en la política internacional la producción, la posesión y la utilización del coche ha sido y es un indicador del desarrollo socioeconómico de un país. Y no digamos ya en la política doméstica, en la que se promociona su uso, se diseñan ciudades, se deciden construir polígonos industriales, estadios deportivos o viviendas con la perspectiva de que nuestra movilidad personal se basa en el coche. Incluso genera una ingente cantidad de legislación administrativa o jurídica sobre su uso y sobre su mal uso.
 
Todo lo anterior, además, está justificado socialmente por un mensaje formal a la población de ser una tecnología necesaria para mantener una "buena vida", con un mensaje que convierte a esta tecnología en un elemento de libertad individual, de trabajo, de felicidad, de superación personal o de cohesión familiar.

Un buen ejemplo de su impacto social es el de los puentes de nueva York para pasar a Long Island mencionado en el artículo de Winner y que fueron diseñados de una manera determinada para cumplir con una función de segregación por clase social o raza. Winner lo presenta como una decisión sobre un proyecto arquitectónico, pero creo que la decisión política va más allá,  no sólo estaba en el diseño de esos puentes. La decisión  política más importante es incluso anterior: el modelo de movilidad para la población blanca de clase social media, debía ser el coche americano, esta tecnología se convierte en “marca” de las clases acomodadas y les permite alejarse socialmente, aún más, de la parte de la sociedad que tiene su movilidad restringida al transporte público (otra tecnología por cierto que también tiene un gran componente político en su diseño y concepción).

En cierta manera, el coche se ha convertido en un modo de ordenar nuestro mundo, una forma de ordenar la actividad humana de diferentes maneras. Como sociedad hemos aceptado que el coche mejora nuestro modo de vida, conscientemente o no, hemos aceptado que sea nuestro compañero en el trabajo, en el tiempo de ocio, en nuestro modelo de consumo, en nuestra vida en familia o como escapatoria en soledad. 

Pero este escenario podría haber sido de otra manera. Los esfuerzos para una movilidad diferente que ahora parece que están tan políticamente de moda, podrían haberse impulsado hace ya muchos años y sin duda viviríamos en un modelo de sociedad diferente, en un entorno de trabajo o de vida muy alejado del que actualmente nos rodea.

En definitiva, el coche no ha sido a lo largo de su historia una tecnología neutral ni desde el punto de vista ético ni político. Es una tecnología dotada de un gran poder, que nos dirige hacia un modelo de movilidad individual como paradigma de libertad, cueste lo cueste. Estamos dispuestos a pagar cualquier precio como colectivo para alcanzar ese objetivo. El coche ha modelado nuestra sociedad con un “determinismo automovilístico” del que nos será muy difícil escapar, tal vez sea un buen ejemplo del “cepo del progreso” o “trampa del progreso” del escritor Ronald Wright.


Ciencia, tecnología y sociedad_Tarea 3


La publicación del libro “La universidad innovadora” (Christensen, The Innovative University, 2011) contribuyó al impulso de los cursos masivos abiertos en línea, o MOOCs, en colegios y universidades como Harvard o MIT. Este salto a la educación-no-presencial o educación online, agudizado y perfeccionado durante la pandemia COVID-19, ¿acabará suplantando la universidad presencial como predijo Christensen? ¿Es posible resistirse a ese tipo de cambios “disruptivos”? ¿Juegan algún papel el deseo, los horizontes utópicos, los compromisos políticos… o son enteramente irrelevantes frente a la inevitabilidad de la razón tecnológica?


El siguiente comentario sobre la teoría de Christensen está basado en el artículo The Disruption Machine: What the gospel of innovation gets wrong de Jill Lepore , que en cierta medida, no deja de ser una aproximación disruptiva a la teoría de Christensen.

No es fácil hablar en contra de la innovación disruptiva de Christensen, contradecirle significa llevar la contraria a todo un visionario, un empresario de éxito y gurú de su propia teoría, pero precisamente esto es lo que hace Jill Lepore en su artículo. La lectura de este trabajo aporta una perspectiva muy interesante que nos permite vislumbrar en qué se equivoca Christensen, o al menos nos permite reconocer que no todo es cierto en el evangelio de la innovación.

Con respecto a las preguntas planteadas para la tarea, a primera vista la respuesta podría parecer sencilla.

En el mundo tecnológico que vivimos:

  • los MOOC acabarán suplantando a la universidad presencial
  • es imposible resistirse a los cambios disruptivos
  •  y la tecnología está por encima de nuestros deseos

Sin embargo, las predicciones de Christensen utilizando su teoría de la innovación disruptiva no son tan rotundas como nos hace ver el éxito de sus publicaciones. Como dice Lepore,  “La innovación disruptiva como teoría del cambio está destinada a servir como crónica del pasado (esto ha sucedido) y como modelo para el futuro (seguirá sucediendo)”  Ni más ni menos, no es un oráculo certero e imparcial.

En primer lugar, está claro que los argumentos sobre el éxito y el fracaso de los casos de uso analizados por Christensen para validar sus teorías presentan sesgos a tener en cuenta, en segundo lugar, es una teoría que nació centrada en aspectos del mundo empresarial que difieren claramente de  la función y los objetivos de la mayoría de las instituciones universitarias, y por último, existen una gran cantidad de factores externos, factores de contexto, factores incluso historiográficos que convierten una idea tal vez novedosa en lo que posteriormente se puede considerar una innovación disruptiva.

La realidad es que los cambios sociales no son tan inmediatos (salvo en guerras o catástrofes) y el mismo ejemplo de los MOOCS es así. Desde su publicación en 2011 la universidad se ha modernizado pero el modelo tradicional de docencia no se ha sustituido, ni siquiera en época de pandemia y pospandemia, cuando tras un periodo de formación universitaria no presencial forzado por la situación epidemiológica, los principales actores de este modelo de educación han reclamado, y han practicado de hecho, una vuelta, al menos parcial, a las aulas, a la educación presencial tradicional. 

Esto, por supuesto, no quiere decir que los modelos basados en MOOC no cumplan su función o no formen parte del presente y futuro universitario (este mismo Máster es un ejemplo de que forman parte del presente) sino que de momento tendrán que convivir con métodos tradicionales y tal vez dentro de 50 años un nuevo Christensen los analice retrospectivamente como una innovación disruptiva…o tal vez no.

Hay muchos ejemplos de cambios disruptivos que no han tenido éxito, seguramente son muchas más las propuestas disruptivas fracasadas que las propuestas convertidas en estandarte de cambios profundos en nuestro modo de vida. La clave de que ocurra una cosa o la otra es multifactorial, está en la colectividad, en la aceptación de la propuesta por la propia sociedad, en proyectos innovadores y revolucionarios que solucionen problemas y necesidades (reales o percibidas) de las personas o de la sociedad (y que se consideren necesario resolver o satisfacer). 

Los horizontes utópicos que como seres humanos nos marcamos a nosotros mismos, incluso los compromisos políticos, influyen decididamente en el recorrido de las innovaciones disruptivas. Por ejemplo, ¿se hubiera desarrollado a tanta velocidad la "industria" del ARNm para la fabricación de vacunas sin la pandemia? No es tan sencillo como “liarse la manta a la cabeza” y lanzarse a una aventura  disruptiva, la disrupción puede estar de moda pero el contexto es un parámetro determinante para su éxito.

En línea con la cita de Lapore, las historias sobre innovación disruptiva pueden proporcionar una interpretación a experiencias de lo que ha sucedido e incluso ideas o advertencias de lo que puede suceder, pero no sustituyen a una reflexión crítica en cualquier materia, ni a un análisis meditado de alternativas en momentos de decisiones difíciles de cambios drásticos de modelos de servicio (o de negocio), como puede ser en la educación universitaria.

P.D. 

Y en este mundo hiper-tecnologizado, lo disruptivo sería prescindir de la tecnología...



2021(e)ko ekainaren 10(a), osteguna

 

Ciencia, Tecnología y Sociedad_Tarea 2

 Latour, B. (2017) "Cara a cara con el planeta. Una nueva mirada sobre el cambio
climático alejada de las posiciones apocalípticas"


¿A qué se refiere Latour con la expresión “el fin de la naturaleza”?

 

Bruno Latour plantea, como el subtítulo del propio libro, “una mirada sobre el cambio climático alejada de posiciones apocalípticas”. Y aunque sus posiciones no sean esto último, no dejan de ser complejas y repletas de matices filosóficos que no siempre son sencillos de interpretar. Entre otras muchas cosas, reflexiona sobre el concepto “Naturaleza” abordándolo desde un punto de vista diferente al que hemos conocido desde Galileo hasta la modernidad.


Actualmente nuestra especie se encuentra en una situación de desamparo con este cambio de concepto, la naturaleza ya no es el lugar de descanso, de sosiego, el lugar protector donde nos refugiábamos ante las adversidades, resulta que ahora ese refugio se ha vuelto inestable e inseguro. La naturaleza como la conocíamos, junto a todos sus elementos inmersos en tierra, mar o aire, han dejado de ser un lugar acogedor (o atemorizante según la época y el contexto), para convertirse en un actor activo, con estados de ánimo diferentes en su relación con la especie humana. Ninguna de las naturalezas que teníamos en mente hasta ahora, ni la apocalíptica de Mad Max ni la idealizada del Buen Salvaje, sirven para explicar nuestro actual vínculo con ella y la imprevisibilidad que nos muestra en los últimos tiempos.


Según Latour, en la concepción occidental moderna ser natural se asemejaba a ser objeto, ser “puro animal” acultural y eso era inaceptable. Ha sido imposible concebir nuestra especie como “natural”, aceptar eso sería rebajarnos por debajo de nuestras expectativas y no estábamos dispuestos a ello. Hemos considerado una naturaleza estática, sufriente, servicial, no humana, no animada, que ha recibido sin inmutarse el impacto del crecimiento desmesurado de una especie que habita el mundo de forma activa e invasiva, que lo convierte en cultura, en sociedad, en civilización, pero siempre considerando a la naturaleza “lo otro”.


La crisis ecológica nos hace repensar la situación, como dice Latour, nos pone “cara a cara con el planeta”, el modernismo frente al ecologismo, el equivocado binomio naturaleza/cultura frente al concepto único Gaia, al que Latour se acerca a lo largo de su obra. Durante mucho tiempo hemos querido creer en la existencia diferenciada de los dos miembros de una ecuación que en realidad no existe.


Hablar de “Naturaleza/cultura” o humano/no humano, plantea Latour, que no deja de ser un “recurso estilístico para desanimar a los protagonistas materiales privándolos de su actividad y sobreanimar a algunos otros llamados humanos, confiándoles unas admirables capacidades de acción: libertad, conciencia, reflexividad, sentido moral y demás” Sin duda esto no deja de ser parte del problema, inanimar/desanimar la naturaleza no deja de alejarla de la relación con lo humano, del vínculo que realmente une nuestros destinos.


Es “el fin de la naturaleza”, la naturaleza moderna ya no existe, nos ha dado la espalda, sólo existe un concepto posmoderno de un sistema que sí reacciona, que siguiendo la hipótesis Gaia de Lovelock, ya no podemos entender como cosas distintas, el concepto es uno y como tal es necesario actuar. Latour propone en su reflexión sustituir el término Naturaleza/Cultura por otro término que sin lugar a duda englobe a ambos: “Mundo” o “Hacer mundo”, de esta manera quedarían incluido “los qués” y “los cómos” pero no formando un universo sino como parte de un pluriverso, con un comportamiento único.


Tal vez más que un comportamiento es un proceso contingente en el que ninguno de sus elementos prevalece, no es especie humana versus naturaleza ni naturaleza versus especie humana, el proceso es un conjunto no unificado de agentes con un mismo destino que se va conformando a partir de hechos contingentes, dando lugar a una geohistoria en la que el mundo está embarcado, todo lo que hay en el mundo, en Gaia, incluso la naturaleza o nuestra especie. En este juego de interacciones en la que los seres animados o inanimados están implicados, la especie humana ha jugado su partida y nos ha llevado al Antropoceno.

 

2021(e)ko ekainaren 8(a), asteartea

 Ciencia, tecnología y Sociedad_Tarea 1 


Supongo que algo así escribiría Clara Immerwahr para despedirse de su marido el 2 de mayo de 1915,  poco antes de dispararse en el pecho con el arma reglamentaria de Fritz y morir después en brazos de su hijo Hermann de 12 años.


“Mi querido Fritz, aún recordaba esta mañana las clases de baile que compartimos tan solo hace unos años, recordaba tu amabilidad, tu apariencia de persona honrada. Me hablaste de tus estudios, de tus ideas, compartíamos ambos el interés por la ciencia, por una ciencia que ayudara a las personas a tener una vida mejor. 

Pero hoy, cuando os he visto a todos juntos, hombres, con vuestros uniformes, bebiendo, comiendo y riendo, fanfarroneando de lo ocurrido en Ypres, todo se ha borrado de mi mente y se me ha roto el corazón. 

No estoy segura de lo que ha cambiado dentro de ti, la guerra, el poder, las compañías, ¡!La Patria¡¡ me decías en un tono desconocido para mí. Sea lo que sea no eres el mismo Fritz con el que decidí compartir mi vida y por quien dejé mis investigaciones en la universidad para formar una familia.  

Tu ingenio, tu mente y el trabajo compartido de ambos te ha llevado a hacer grandes descubrimientos, hallazgos dignos de un Nobel que permitirían dar a la humanidad la capacidad de acabar con el hambre. Ese precisamente era el objetivo de nuestras conversaciones, con esa ilusión te he ayudado todos estos años, ambos creíamos en una ciencia para la humanidad, ambos valorábamos el espíritu humanista de un Nobel, pero hoy pienso que si algún día llegaras a conseguirlo sería porque la Ciencia ha perdido su alma. 

Has decidido sumarte al bando contrario, al bando de la muerte,  cambiar el verde de los campos abonados con la esperanza de grandes cosechas por el negro de las trincheras repletas de cadáveres, has abandonado la esperanza de una vida mejor por una horrible agonía de personas, animales y plantas. Hoy cuando escuchaba las palabras de quien ha sido testigo de lo ocurrido ese soleado y hermoso día en Ypres he sido consciente que tú y tu mente privilegiada habéis convertido la química en barbarie, la ciencia en vuestra “magia negra”, retrocediendo así a la noche de los tiempos en la que el conocimiento y el saber no se utilizaba para ayudar sino para dominar y asesinar sin piedad. Sin duda el tiempo os juzgará como criminales de guerra. 

Y me dicen que mañana partes de nuevo al frente, con más gas, con más química, con las alforjas de tu caballo repletas de ciencia para acabar con las mujeres y hombres que en ese momento estén en el campo de batalla, hombres jóvenes poco mayores que nuestro querido hijo, no puedo soportar la idea de que él podría ser una de las víctimas de tu mala empleada ciencia ¿O es que piensas que el bando contrario no utilizará las mismas armas? 

Tenías que elegir entre el mal y el bien, hoy he tenido clara tu elección, nada más tengo que decirte, nada más tengo que vivir, sólo deseo que tú y los tuyos os deis cuenta pronto de que la guerra sólo es el antecedente de la muerte. 

Te pido con toda mi alma que cuides mucho de Hermann y le des a él y a toda su generación un futuro mejor.  

Por siempre y hasta siempre tuya. 
Clara”


2021(e)ko ekainaren 7(a), astelehena

 Epistemología Histórica_Tarea 5.- Escritura digital


 ¿Exige la escritura digital  una nueva epistemología para un nuevo tipo de sujeto cognitivo?

 

Si una de las grandes preocupaciones como personas era conocer y reconocer “la verdad” epistémica o cultural, la escritura digital nos empuja a una nueva fase en la que es posible que la gran ocupación y preocupación del ser humano sea conocer y reconocer “la realidad” que perciben nuestros sentidos, diferenciar la realidad de la virtualidad de un mundo que está ya sustituyendo al mundo físico al que estábamos acostumbrados.


Para afrontar esta nueva virtualidad cultural (o cultura de la virtualidad digital) el sujeto cognitivo cartesiano, que se caracteriza por el ejercicio de la capacidad “de pensar por cuenta propia, por percibir el mundo como algo distinto de sí y objeto directo o referencia de su percepción y su representación” y por ser depositario necesario de sus contenidos, ha dejado de ser válido.  


Entramos en una era del “Sujeto Usuario” despojado de buena parte de las tareas epistémicas de su predecesor, una era en la que en la mayor parte de las ocasiones el conocimiento que recibe este sujeto está generado en una realidad virtual por un sistema de inteligencia artificial fuera de su control. Ya no es necesario pensar, ser depositario de contenidos, percibir el mundo real. Para el sujeto digital la memoria se externaliza y se colectiviza (se universaliza) y además es una memoria activa que trabaja de forma continua generando contenidos. Ya no es necesario saber y aprender con esfuerzo, todo está en la web y los metabuscadores deciden por el sujeto usuario qué mostrar. Las funciones de pensar y saber lo que uno piensa son asumidas por la web. 


Incluso la experiencia del mundo real exterior se hace virtual, la experiencia sensorial e intelectual se mantiene, pero elaborada por el propio mundo digital. Ya no necesita disponer de una concepción del mundo, no necesita tener ningún conocimiento (salvo el de las instrucciones de usuario) para ser un sujeto epistémico activo y competente.


Este nuevo sujeto epistémico del mundo digital se convierte en un sujeto “activamente pasivo”, recibe, manipula y aplica tanto los objetos del conocimiento como el conocimiento mismo pero sin necesidad de identificarse ni apropiarse intelectualmente de los objetos del conocimiento. 


En definitiva, las modificaciones radicales que introduce la escritura digital en la gestión individual y colectiva del conocimiento, en las características del sujeto epistémico, en las formas de conocer, las formas de generar validar y difundir conocimiento, obligan sin duda a reformular una nueva epistemología. 


2021(e)ko ekainaren 6(a), igandea

 Epistemología Histórica_Tarea 4.- 

Historia de la escritura


Algunos aspectos de la historia de la escritura relevantes para la epistemología


La escritura es un elemento contingente, podría no haber aparecido y la historia sin duda habría sido diferente. Su impacto en el conocimiento ha sido muy alto, debido a la relación bidireccional y reiterativa entre escritura - conocimiento ha permitido ampliar éste y generar cambios específicos en la historia del conocimiento humano. Es un objeto tecnológico que no representa el mundo sino lo que el ser humano transmite oralmente sobre el mundo. Es el final de una doble transformación del conocimiento, del pensamiento a la oralidad y de ésta a la escritura. 


La aparición de la escritura (cualquier tipo de escritura) es un hecho epistémico de primer orden, puesto que modifica las condiciones en las que las culturas adquieren, validan y difunden el conocimiento. Aunque previamente a la aparición de la escritura las culturas no solo utilizaron la oralidad para transmitir conocimiento (p.ej. el arte rupestre podría ser una forma de transmitir conocimiento) la escritura transforma las culturas de orales a culturas con escritura y esta transformación afecta directamente a la manera de gestionar el conocimiento. 


La escritura permite trasladar los conceptos y las ideas a soportes físicos que pueden actuar como repositorio de la memoria, se convierte en un elemento tecnológico que permite la transmisión de este conocimiento (de esta información) a generaciones venideras de forma más estable que en las culturas orales.


Permite complementar el aprendizaje basado en la experiencia del individuo, basado en el sistema cognitivo natural, el lenguaje y almacenado en la memoria, típico de la prehistoria, con el aprendizaje conceptual sobre un soporte físico que facilita el acúmulo y la difusión de conocimiento y por lo tanto el aprendizaje colectivo.


Un gran salto cualitativo y cuantitativo se produjo con el paso del texto de la fase de escritura premoderna que pivotaba en escritos canónicos difícilmente modificables, al libro impreso en la fase moderna o de Gutemberg. La gran facilidad de impresión y difusión democratiza el conocimiento escrito y el libro se convierte en protagonista del conocimiento del mundo, en cierto sentido ya no es necesaria la experiencia empírica individual para conocer el mundo. 


La fase actual en la que hemos transitado del libro a la escritura digital aún está en evolución, pero su capacidad de contener experiencias escritas, sonoras, visuales  y generar realidades virtuales la convierten en una nueva revolución en la historia epistémica y cultural de la humanidad.


Epistemología Histórica_Tarea 3.- Tabla 1 y Correlatos


Iniciamos la clase sobre la responsabilidad epistémico-cultural recordando un concepto que me parece realmente importante: cualquier forma de codificación mental del mundo (cualquier forma de ver el mundo) no es compatible con cualquier sistema de valores. La forma de conocer el mundo concierne a la forma de adquirir conocimiento, a la forma de justificarlo cognoscitivamente y a la forma de difundirlo.

 
En este sentido, las culturas, las sociedades (y las personas) contraen (contraemos) de forma innegable una responsabilidad epistémica sobre las formas de conocer el mundo que tienen o deben tener los individuos para que sean visiones compatibles con los valores que estas sociedades consideran importantes para la vida en común.


Uno de los elementos que conforman lo que una cultura conoce o cómo lo conoce es el sistema axiológico-epistémico de esa cultura. Los valores epistémicos son elementos clave para alcanzar una virtud epistémica, y no es razonable pensar en los valores epistémicos como valores propios exclusivamente del conocimiento científico, valores exentos de contingencia o ajenos al entorno socio-histórico-cultural (¡y viceversa!)


Lo que es posible considerar cierto es que los valores son bivalentes. La bivalencia de la verdad, el compromiso semántico, la testabilidad subjetiva o la coherencia interna y externa del discurso,  y sus correlatos axiológicos, tal y como aparecen en los contenidos y tabla de esta clase, son buenos ejemplos del impacto mutuo y bidireccional, y en consecuencia de la importancia de la responsabilidad epistémica en cualquier sociedad. Podríamos decir que las sociedades que son epistémicamente responsables están siendo responsables también socio culturalmente.


Durante la pandemia hemos tenido un buen ejemplo de la importancia de “verdad” como valor epistémico y sus imbricadas conexiones como valor socio-cultural. Durante este periodo la verdad científica, desplazada en muchas ocasiones por la posverdad, ha sufrido un menosprecio evidente y su impacto sobre la verdad socio cultural ha generado grandes incertidumbres en las creencias, en la confianza o incluso en las relaciones sociales de quienes formamos parte de esta cultura.


2021(e)ko ekainaren 5(a), larunbata

 

Tarea 2 de la asignatura Epistemología Histórica


En esta tarea intentaré explicar de forma breve porqué la EH no puede ser “esencialista”



La epistemología histórica para ser consistente con la contingencia histórica de su objeto de estudio, tiene que plantear posiciones alternativas a algunas tradiciones filosóficas que definen el conocimiento. Una de esas tradiciones es el esencialismo.


El esencialismo, de forma general, trabaja en la definición del conjunto de propiedades fijas que definen al objeto de estudio, trabaja en definir su esencia, obviando otros condicionantes que definen la identidad del objeto.
En filosofía, la esencia de un objeto es aquello inmutable y permanente que constituye su naturaleza. Centrarse en la esencia, en la inmutabilidad de los objetos es una aproximación útil para la percepción del mundo que nos rodea o para la comunicación en nuestra vida diaria, pero falla cuando estamos intentando definir lo verdadero, la verdad. Porque lo cierto es que los objetos cambian, la naturaleza cambia e incluso las verdades científicas cambian.



El esencialismo aplicado al conocimiento englobaría las doctrinas ocupadas en describir la esencia del conocimiento, convirtiendo al objeto de estudio en algo atemporal, inmutable, alejado de las vicisitudes o acontecimientos históricos que han influido en su desarrollo. Lo dota de las características y atributos necesarios y estables que suponen una ventaja para plantear sistemas epistemológicos. Sin embargo, esta aproximación entra en conflicto la propia naturaleza contingente e historicista del conocimiento.



Por otro lado, la EH tiene como objeto de estudio el conocimiento, especialmente el conocimiento científico, a lo largo del tiempo, pero el conocimiento no determinista, sino historicista y contingente. Un conocimiento cambiante, modificado por la gestión de los hechos epistémicos propios de las diferentes culturas, adaptado a sus características socioculturales, sin un marco estructurado fijo y eterno sino todo lo contrario, un marco contingente, variable y adaptado a cada circunstancia.


Aunque pensar en una EH esencialista puede ser atractivo puesto que facilita el estudio del conocimiento, es imposible que así sea por la propia condición histórica y variabilidad de su objeto de estudio.